martes, 25 de septiembre de 2007

Requiem por un baobab

Todos los días, al salir de casa y a la vuelta, pasamos con el coche junto a un grupo de baobabs bastante grandes. Cuando llegué a Dar es Salaam, hace ya 3 meses, había cuatro en pie. A las pocas semanas cayó uno de los árboles, las termitas, un movimiento de tierra o el peso de sus ramas lo dejó con las raíces al aire.
Hace unos días derribaron y descuartizaron otro. Tienen que ensanchar la carretera y el pobre árbol tuvo la mala suerte de crecer en el lugar menos indicado. Amputaron varias ramas de sus compañeros, la escabadora no podía acercarse para derribar el árbol y no tuvieron la delicadeza de evitar dañar a los otros. Podían haber evitado su tala si hubieran ensanchado la carretera por el lado contrario, pero aquí cuando tienen que construir algo toman el camino más corto. Parece que les da igual talar árboles con miles de años para ensanchar unos metros una carretera. En otros lugares puede organizarse una buena por arrancar cuatro pinos jóvenes de un parque y aquí pueden arrasar un bosque entero de baobabs milenarios y nadie dirá absolutamente nada.
Es una lástima que no haya una ley que los proteja. Cuando queden unos pocos ejemplares entonces se plantearan como protegerlos y como sacar dinero con ellos.
Esperemos que los baobabs sigan por mucho tiempo ofreciéndonos su sombra y su compañía en tierras africanas.


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